dilluns, 14 d’octubre del 2013

EL PUEBLO DE LOS NIÑOS Y NIÑAS TRISTES

Pieter Bruegel, el Viejo, es un famós autor amb molta importància que a classe de Joc sempre parlem. L’any 1560 va fer el quadre Jocs infantils on ens mostra una poblada ciutat amb més de 250 petits personatges absorts practicant prop de 90 jocs i distraccions diferents, emprant trossos de fusta, ossos, cercles, barrils…
A continuació podeu llegir un conte que vaig trobar sobre el quadre de Bruegel: 


"Hace mucho tiempo de esta historia, tanto, tanto que el mundo estaba muy cambiado. No había aparatos para escuchar música, ni videoconsolas, ni televisores, ni ordenadores, ni lavadoras, ni frigoríficos, ni trenes, ni aviones, ni coches, ni motos, ni bicicletas. Barcos sí había, pero eran muy lentos comparados con los que hoy tenemos.
Los niños y niñas se consideraban personas mayores que tenían que ayudar en casa, bien en el campo, en la cocina, lavando en el río, o cuidando a los hermanos y hermanas menores.
Pues bien, en el pequeño pueblo donde transcurre nuestra historia los niños y niñas no se aburrían. Ni mucho menos. Porque jugaban sin parar en los pocos ratos libres que tenían tras realizar todas las tareas y trabajos que sus padres ordenaban. Casi nunca podían jugar porque tenían que trabajar.
Pero un día en el pueblo de Broghel un niño llamado Jan dijo:
-Ya está bien de ser esclavos y esclavas. Siempre trabajando sin parar.
-Niños y niñas a jugar, a jugar, no vayas a parar –contestó una niña que tenía muchas ganas de jugar. Se llamaba María y era hermana de Jan.
-Sí, vamos a reunir a todos los niños y niñas del pueblo para que se rebelen ante la injusticia de tanto trabajar sin parar. ¡Ya está bien! ¡Que somos niños y niñas! ¡Ya creceremos! -dijo Vincent, que era primo de Jan y María.
-¿Y qué vamos a hacer para que se enteren todos los niños y niñas del pueblo? –preguntó Anna, que era hermana de Vincent.
-Muy fácil. Diremos que es el Día de la Infancia y que tenemos que ir al centro del pueblo solamente para jugar. Ese día no trabajaremos ni en el campo, ni en la casa –respondió Jan.
Y el día señalado se llenó la plaza con 250 niños y niñas. ¡Qué algarabía y gritos de felicidad! Se reían y jugaban a todos los juegos posibles: a la gallinita ciega, a los balancines con toneles de vino, a los aros, a bailar el trompo o peonza, a tocar la flauta, a mover la cinta, a subirse en las rampas, a los caballitos, al sillón de la reina.
Y mientras tanto en las casas los padres y madres estaban asombrados.
No os he dicho que en ese pueblo vivía un gran pintor, al que le gustaban mucho los paisajes y las personas. Así que el Día de la Infancia salió al campo para pintar paisajes, pero cuando vio a tantos niños y niñas jugando pensó: “Hoy no voy a ir al campo, sino que pintaré la plaza del pueblo porque está preciosa, con esas risas, esos juegos, esa felicidad…”
Y empezó a pintar sin parar durante mucho tiempo hasta que el cuadro estuvo acabado. Y Pieter Brueghel, el pintor, estaba muy contento con su obra: “Las personas que vean mi cuadro pensarán que los niños y niñas necesitan jugar y aprender en la escuela”.
Y desde entonces los pequeños y pequeñas siempre jugaban cuando salían de la escuela.
Y para no olvidarnos de que los niños y niñas necesitan cuidados especiales, los hombres y mujeres importantes del mundo pensaron en la Declaración Universal de los Derechos del Niño y de la Niña, que vamos a estudiar muy pronto.

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